martes, 20 de mayo de 2008

CALVINIO


Juan Calvino, nacido como Jean Cauvin(o Cauvin, en latín Calvinus) en Noyon, Picardía, Francia, era hijo de Gérard Cauvin y Jeanne Lefranc. Fue excelente en sus estudios y profundamente religioso desde su juventud.
Sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera eclesiástica. Así es que recibió formación inicial en el College de la Marche y en el College de Montaigne. El padre de Calvino era abogado y en 1523 envía a su hijo, que por entonces tenía 14 años, a la Universidad de París a estudiar humanidades y leyes. A instancias de su padre que pretendía que Juan Calvino siguiera el camino de las leyes, se enroló en las universidades de Orleáns y Bourgues. En 1532, se doctora en leyes en Orléans. Durante su paso por los claustros universitarios tomó contacto con las ideas humanistas y reformadas. En abril de 1532, cuando Calvino contaba con 22 años de edad, publicó un comentario sobre el De Clementia de Séneca, trabajo que puso en evidencia sus dotes como pensador. No está del todo claro cuando Calvino se convierte al protestantismo.


Su conversión

En 1535 tuvo una experiencia personal que marcaría su destino. Con poco más de 20 años adoptó los puntos de vista de Lutero: negación de la autoridad de la iglesia de Roma por derecho divino, negando la sucesión apostólica desde el apóstol Pedro, y dando primordial importancia de la Biblia como única regla de fe y conducta, destacando la doctrina de la justificación del hombre por medio de la gracia, mediante la fe, y no por las obras.

El destierro y la Institutio religionis Christianae

La creciente importancia de la Reforma en Francia llevó a la hoguera a un buen número de mártires reformados ante una mayoría católica, creando un ambiente de persecución. Calvino había entablado amistad con Nicolás Cop, quien acababa de ser elegido rector de la Universidad de París. Cuando Cop hizo pública su adhesión a las ideas de Martín Lutero, ambos, Cop y Calvino, se vieron obligados a huir de la ciudad. Calvino ya dominaba el latín y el griego, y estaba avanzado en el aprendizaje del idioma hebreo. En 1534 se refugia en Basilea, un lugar geográficamente privilegiado para comprender los problemas del protestantismo, pues aquí mismo se enfrentan entre sí los reformados y las doctrinas evangélicas son hechas astillas por tesis cada vez más radicales en un ambiente de libertad, pero sin un eje dogmático preciso. Esto hace que el protestantismo sea descristianizado y ultracristianizado en un continuo debate donde están los luteranos, pero también los panteístas, los visionarios y los ateos. Por eso Calvino a sus 24 años comprende que el protestantismo se dirige hacia una multitud de iglesias nacionales, en el mejor de los casos, cosa que él no quiere. Lo que desea es constituir una nueva iglesia, con poder universal, capaz de rivalizar con la Iglesia católica, por lo que se concentra en escribir el que será uno de los 14 ó 15 libros más importantes de Europa.
En
1536 publica el libro en el cual sistematiza la doctrina protestante: La Institución de la Religión Cristiana. Dedicada a Francisco I, rey de Francia -a quien solicita libertad de opinión en materia de religión-, esta obra alcanzó una gran difusión y fue determinante, pues, si bien Lutero inspiró y puso en marcha la Reforma, fue Calvino quien la sostuvo gracias a las ideas expuestas en esta obra clave para el futuro de Europa.

Calvino en Ginebra

La reforma se asentaba en Europa gracias a la obra de algunos reformados. Tal vez uno de los más extraordinarios fue el pastor de origen francés William Farel, quien después de ser perseguido y apedreado, gracias a su voluntad y a su capacidad destructiva desacreditó y expulsó de Ginebra a la antigua fe católica. Así, el 21 de mayo de 1536 consiguió en la plaza pública de Ginebra, mediante la institución de la teocracia, que todos aceptaran vivir "según el Evangelio y la palabra de Dios", lo cual le abre las puertas de un poder enorme: el de unir el Evangelio y la palabra de Dios al gobierno.
Al enterarse Farel de que Calvino en su viaje a
Saboya pernoctaba en Ginebra, lo visitó donde éste se hospedaba y lo convenció de que permaneciese en Ginebra para realizar la obra que Farel reconocía superior a sus fuerzas. Calvino, de 26 años, era ya reconocido en toda Europa por su obra recién publicada y que trataba sobre el asentamiento institucional del cristianismo reformado.
Calvino se instaló en Ginebra e hizo declarar a todo el pueblo, bajo juramento, el asentimiento a una
confesión de fe que contenía la renuncia al papismo. Después indicó que no podría someterse a una normativa que había promulgado el cantón de Berna. Por ello los síndicos de Ginebra convocaron una asamblea y se ordenó que tanto Calvino como Farel abandonaran la ciudad, por rehusar a administrar los sacramentos. Calvino se retiró a Estrasburgo (Francia) y estableció allí una iglesia francesa; también fue profesor de teología.

El regreso de Calvino
El
13 de septiembre de 1541 los ginebrinos volvieron a llamarle y, esta vez, Calvino no se limitó a predicar y a tratar de influir en las costumbres, sino que asumió un verdadero poder político, que ejercería durante 25 años, hasta su muerte. Estableció una forma de disciplina eclesiástica y una jurisdicción consistorial con el poder de infligir censuras y castigos canónicos, incluyendo la excomunión.
Un consistorio de ancianos y de pastores, dotado de amplios poderes para castigar, vigilaba y reprimía algunas conductas: fueron prohibidos y perseguidos el
adulterio, la fornicación, el juego, la bebida, el baile y las canciones obscenas; hizo obligatoria la asistencia regular a los servicios religiosos.
El Consistorio de Ginebra condenó a
Miguel Servet por negar la Trinidad. Pese a que frecuentemente se hace recaer sobre Calvino la condena a muerte a Miguel Servet, sus cartas muestran que luchó para que rectificase y mitigar su condena. «Quiero que se remita la severidad del castigo», sostuvo. Dice Turritine: "Los historiadores no afirman en lugar alguno, ni se desprende de ninguna consideración, que Calvino instigara a los magistrados a que quemaran a Servet..." Sin embargo, es claro que Calvino defendía la tesis de que los herejes que no se retracten deben ser ejecutados, aunque no mediante hogueras o tormentos. Por ello, desde el mismo momento en que Servet fue llevado a la hoguera, se discutió vivamente en Ginebra sobre el tipo de castigo para quienes no compartían sus opiniones en materia de fe. Calvino publicó de inmediato Defensa de la legítima fe y de la Trinidad contra los espantosos errores de Servet.
Sin embargo,
Sebastián Castellión (originariamente Châtellon), otro reformador francés radicado en Ginebra, escritor y teólogo, escribió en 1554 De herectis an sint persequendi, el "Manifiesto de la tolerancia", una refutación de la tesis según la cual los herejes deben ser ejecutados, donde denuncia que Servet fue víctima de la intolerancia de Calvino: "Matar a un hombre no es nunca defender una doctrina, sino matar a un hombre". Casiodoro Reina tradujo este texto al castellano y se ganó con ello la animadversión de los calvinistas.


El testamento de Calvino
Ante la proximidad de su muerte, Calvino redactó su testamento, diciendo: «Doy testimonio de que vivo y me propongo morir en esta fe que Dios me ha dado por medio de Su Evangelio, y que no dependo de nada más para la salvación que la libre elección que Él ha hecho de mí. De todo corazón abrazo Su misericordia, por medio de la cual todos mis pecados quedan cubiertos, por causa de Cristo, y por causa de Su muerte y padecimientos. Según la medida de la gracia que me ha sido dada, he enseñado esta Palabra pura y sencilla, mediante sermones, acciones y exposiciones de esta Escritura. En todas mis batallas con los enemigos de la verdad no he empleado sofismas, sino que he luchado la buena batalla de manera frontal y directa.»
Calvino mantuvo su salario de cien coronas y rehusó aceptar más. Después de vivir 55 años, sólo dejó 300 coronas a sus herederos, incluyendo el valor de su biblioteca, que se vendió a gran precio. Cuando Calvino abandonó Estrasburgo para volverse a Ginebra, quisieron darle los privilegios de ciudadano libre de su ciudad y el salario de un prebendado, que le había sido asignado. Aceptó lo primero, pero rehusó rotundamente lo segundo. Llevó consigo a uno de sus hermanos a Ginebra, pero jamás se esforzó por que se le diera un puesto honorífico, como hubiera hecho cualquiera que poseyera su posición. Desde luego, se cuidó de la honra de la familia de su hermano, consiguiéndole la libertad de una mujer adúltera y licencia para que pudiera volverse a casar. Pero incluso sus enemigos cuentan que le hizo aprender el oficio de encuadernador de libros, en lo que trabajó luego toda su vida.
Dispuso que su lugar en Ginebra fuera ocupado por
Teodoro de Beza, su más fiel seguidor y quien se destacó contra Castalión.

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